Dejamos a un lado la rabia, el rencor, la envidia y los celos y valoramos todo aquello bueno de nuestros familiares y amigos. Lo escribimos porque lo sentimos, y damos gracias por tenerlos y por quererlos como son. De la misma manera que ellos nos valoran por como somos. Y en uno de los botes apuntamos cosas buenas nuestras, porque también nos hemos de querer y valorar.
Se puede usar un bote por cada miembro de la familia y dejarlos a la vista, como por ejemplo colgado en la nevera. De este modo, todos los miembros de la familia pueden ir añadiendo aspectos positivos.
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